Entre el que ríe y el que llora no hay diferencia en los ojos, ni en la boca, ni en las mejillas, sino sólo en la rigidez de las cejas que se añade al que llora y desaparece en el que ríe. Se añade además en el que llora el gesto de rasgarse las vestiduras y mesarse los cabellos con las manos y desgarrarse con las uñas el rostro, lo que no acontece en el que ríe.
Leonardo da Vinci, Tratado de la Pintura.
1 comentario:
ja, ja, estas tortugas ninja, ¡qué no se les ocurrirá!
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