domingo, 14 de junio de 2009

Por lo visto, no hay otros Mayakovski



Tema
Soy poeta. Por eso presento interés. De eso escribo. De lo demás, solamente si ha cuajado en palabras.

Composición de la familia
Padre: Vladimir Konstantinovich (inspector forestal de Bagdadí), falleció en 1906
Madre: Alexandra Alexéevna.
Hermanas:
a) Liudmila
b) Olga
Por lo visto, no hay otros Mayakovski.

Lo excepcional
Siete años. El padre empezó a llevarme en los viajes de inspección a caballo. Un puerto en la montaña. Es de noche. Nos envuelve la niebla. No se ve ni al padre. Un sendero estrechísimo. El padre, por lo visto, tiró con la manga de una rama de escaramujo. Con el impulso la rama clavó sus espinas en mis mejillas. Chillando bajito, me saqué los pinchos. Desparecieron inmediatamente la niebla y el dolor. Por debajo de la niebla, a nuestros pies brillaba más que el cielo. Era la electricidad. La fábrica de remaches del príncipe Nakashidze. Después de la electricidad la naturaleza dejó de interesarme por completo. Es una cosa imperfecta.

La enseñanza
Me enseñaron mi mamá y mis primas de todos los grados. La aritmética me parecía inverosimil. Había que contar manzanas y las peras repartidas entre unos chiquillos. A mí siempre me las daban, y yo siempre las daba sin contarlas. En el Cáucaso hay toda la fruta que se quiera. A leer aprendí con placer.

El primer libro
Algo así como La avicultora Agafia. Si en aquel tiempo hubiera caído en mis manos varios libros así habría dejado de leer por completo. Por suerte, el segundo fue Don Quijote. ¡Ese sí que es un libro! Hice una coraza y una espada de madera y no dejaba a mi alrededor títere con cabeza.

El examen
Nos mudamos de Bagdadí a Kutaísi. Examen para el liceo. Lo soporté. Me preguntaron por el ancla (bordada en mi manga), lo sabía bien. Pero el sacerdote preguntó: ¿qué es oko? Yo respondí: "Tres libras" (así es en georgiano). Me explicaron los amables examinadores que oko, en antiguo eslavo eclesiástico, es "ojo". Por eso le tomé odio inmediatamente a todo lo antiguo, a todo lo eclesiástico y a todo lo eslavo. Es posible que por ahí empezaran mi futurismo, mi ateísmo y mi internacionalismo.

La guerra del Japón
En casa ha aumentado el número de periódicos y revistas. "Las noticias de Rusia", "La Palabra Rusa", "La riqueza Rusa", etcétera. Lo leo todo. Tengo los nervios de punta. Admiro las postales de cruceros. Las amplío y copio. Ha aparecido la palabra "proclama". Los georgianos colgaban proclamas. Los cosacos colgaban a los georgianos. Empecé a odiar a los cosacos.

Lo de Moscú
Andamos mal de comida. Una pensión de 10 rublos al mes. Estudiamos mis dos hermanas y yo. Mamá tuvo que realquilar habitaciones y preparar comidas. Las habitaciones eran infames. Vivían estudiantes pobres. Socialistas. Recuerdo a Vasia Kandelaki, el primer "bolchevique" que tuve frente a mí.

El trabajo
La familia no tenía dinero. Tuve que pirograbar y dibujar. Recuerdo sobre todo los huevos de Pascua. Redondos, giraban y chirriaban como puertas. Vendía los huevos a una tienda de artesanía de la calle Neglínnaya. Desde entonces detesto el estilo ruso y el artesanado.

Lectura
No reconocía en absoluto la novelería. Filosofía. Hegel. Ciencias Naturales. Pero, principalmente, el marxismo. No hay obra de arte a la que me aficionara más que el Prefacio de Marx. De las habitaciones de los estudiantes salían publicaciones clandestinas. Táctica del combate callejero, etc. Recuerdo claramente un librito azul de Lenin, Dos tácticas. Me gustó que el libro estuviera cortado hasta las letras. Para pasarlo de matute. Estética de la máxima economía.

La extravagancia de Burliuk
Por la mañana, al presentarme a alguien, Burliuk espetó con voz campanuda: "¿No lo conoce? Mi genial amigo. El célebre poeta Mayakovski". Le doy con el codo. Pero Burliuk es inflexible. Encima bramó al retirarse: "Ahora escriba. De lo contrario me pondrá en una situación muy estúpida".

La guerra
La acogí conmovido. Primero solo por el lado decorativo, ruidoso. Carteles de encargo y, por supuesto, perfectamente guerreros. Luego unos versos: "Han declarado la guerra".

Invierno
Aborrezco y odio la guerra. Ay, tapad, tapad los ojos de los periódicos y otras. Perdí todo el interés por el arte.

En quintas
Me raparon. Ahora no quería ir al frente. Simulé ser un delineante. Por la noche aprendía de un ingeniero a dibujar autos. Empeoró lo de publicar. Los soldados lo tenían prohibido. Brik era el único que me alegraba. Compraba todas mis poesías a 50 kopeks la línea. Publiqué Flauta espinazo y La nube. La nube resultó cirrosa. La censura la sopló. Seis páginas de puntos suspensivos. Desde entonces detesto los puntos. Y las comas también.

Octubre
¿Aceptarla o no? Para mí (y para otros futuristas moscovitas) no hubo tal problema. Es mi revolución. Fui al Smolni. Trabajé. En todo lo que hacía falta. Comienzan a sesionar.


Fragmentos de la autobiografía Yo Mismo de Mayakovski, escritos entre 1922 y 1926 (traducción de A. P. Sandoval).

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