domingo, 18 de octubre de 2009

Las Aventuras Prodigiosas

En toda la ciudad no se hablaba de otra cosa. ¿Partirá? ¿No partirá? Parece que sí, parece que no. Fué un verdadero acontecimiento. En resumidas cuentas, no partió; pero, de todos modos, el haber estado en candidatura para hacer tal viaje engrandeció su figura. Para Tarascón, lo mismo daba haber ido a Shang-Hai que haber pensado en ir. Á fuerza de hablar de tal viaje, se concluyó por creer que Tartarin estaba ya de vuelta, y por la noche, en el Casino, le preguntaban noticias sobre la vida de Shang-Hai, sobre las costumbres, el clima, el opio y el comercio en grande escala.
Tartarin, muy bien enterado, daba gustoso todas las noticias que le pedían, y al cabo y á la larga concluyó por no estar seguro de si había ido ó no á Shang-Hai; pues á la centésima vez de contar las cosas extraordinarias que sucedían en aquellos lugares de la Tierra, ya decía con la mayor naturalidad:

-Entonces yo ordené que se armaran todos mis dependientes, icé la bandera, y desde las ventanas ¡pím! ¡pám! sobre los tártaros.

Al escuchar estas palabras, todo el Círculo se estremecía.

Alfonso Daudet, Aventuras Prodigiosas de Tartarin de Tarascón (1872)

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