Quiero escribir un libro... la historia de un hombre que llegue a servir de metáfora para la experiencia toda del hombre sobre la Tierra. Expondrá su búsqueda a través de una sucesión de esquemas de cosas, mostrará el derrumbamiento, vez tras vez, de cada una de las pautas que descubre, expondrá su constante ida en busca de otra, siempre con la esperanza de que el esquema de cosas que descubre y que por el momento es válido no sea de ninguna manera un esquema de cosas, sino realidad, forma de ser las cosas y, por consiguiente, un absoluto que resista eternamente, dentro de cual pueda él servir, al cual pueda contribuir y a través del cual dé sentido a su vida mortal y alcance así la vida eterna...
El esquema de las cosas es un sistema de orden. Comienza por ser nuestra visión del mundo, para terminar finalmente convirtiéndose en nuestro mundo. Vivimos en el espacio definido por sus coordenadas. Es verdadero por ser evidente por si mismo; es aceptado de forma tan natural y automática que no se tiene conciencia de haber efectuado el acto de aceptación. Lo recibimos con la leche de la propia madre, es coreado en la escuela, proclamado desde la Casa Blanca, insinuado por la televisión, convalidado por Harvard. Lo mismo que el aire que respiramos, el esquema de las cosas desaparece, pasando de ser simplemente realidad convirtiéndose en la forma de ser las cosas. Es la mentira necesaria para la vida. El mundo, tal como existe más allá de tal esquema, se convierte en algo difuso, irrelevante, y en gran medida imperceptible, acabando por no existir tan siquiera...
Oliver Thompson, personaje de la novela The Scheme of Things, de Allen Wheelis. Citado en la columna Temas Metamágicos, Investigación y Ciencia de marzo de 1983.
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