La Era de los Dioses.

Antes, la tecnología era cosa de superhombres. Seres míticos, que podían conjurar los poderes entrópicos para derrotar las leyes de la complejidad y computabilidad. Entes que podían resolver el problema de satisficibilidad con solo mirar fijo un tubo de rayos catódicos de forma ininterrumpida durante 36 horas. Sin moverse, solo con su poder mental. O simplemente construían una computadora analógica que resolvía tu horrible problema NP-Hard en tiempo constante. Porque sabían matemática. Que expandían el espacio de direccionamiento de sus clones de 8080 por el procedimiento de aporrear sus teclados suficientemente rápido. Y que cuando conseguían que alguien les pague un sueldo por calcular trayectorias de misiles intercontinentales o modelar el interior de un Tokamak, usaban los 8kW y 65 metros cuadrados de su BESM-4 (30 unidades construidas) para hacer un gato animado.